lunes, octubre 31, 2005

Lucky Strike! (Absurda historia de lunes)

Suena el despertador. Parece que tengo más sueño del normal. Cuando voy al ordenata a leer el As mientras desayuno... 6:05... Mierda puta, joder, cojones, no cambié la hora del móvil. Me he levantado una hora antes. Soy uno de esos desgraciados que no pueden volver a dormirse cuando abren el ojo.

Muchas de las veces que me levanto tempranito, recuerdo el refrán Al que madruga Dios le ayuda. Un día uno madrugó y cinco duros se encontró. (a lo que mi primo siempre añade Pero más madrugó el que los perdió). Hoy no ha sido una excepción.

Una vez pensé que con lo del cambio al euro, vendría a ser Un día uno madrugó y cinco euros se encontró. Menudo chollo iba a ser esto de madrugar, pero me parece a mí que naranjas de la china.

Voy al contenedor de reciclaje y en el suelo había unas cien cajetillas de Lucky Strike. No exagero. Y solo Lucky. Una pena no llevar la cámara encima, porque era una imagen curisosísima. He pensado que mira tú qué bien, no todos los lunes en los que no tienes puente y te levantas una hora antes tienes cien golpes de suerte.

Voy camino del trabajo, remontando el río, y toma jeroma. Cada x metros una cajetilla de Lucky. Como si un pulgarcito fracasado de 50 años, sin afeitar y con barrigón hubiera ido marcando el camino de vuelta al contenedor de reciclaje. Por si se pierde después de fumarse otros 150 paquete. Lo siento, pero me he imaginado a Joselito saltando por la ribera del río y echando paquetes de Lucky.

Al llegar a la Plaza del Pilar se acaba el rastro. O Joselito se fue por el puente de piedra, o se puso un parche de nicotina. Ahora, que ya le vale. Hay tres opciones:

- el tío fuma rápido de flipar. Recuerdo el campeón del mundo de fumar, que murió tras 90 cigarros seguidos, osea que tenemos nuevo campeón o un pulgarcito menos
- anda 5 metros cada hora, pero no quiero ni pensar cuantos don simones debe llevar entre pecho y espalda
- lleva guardando cajetillas de Lucky 7 años.

Cualquiera de las tres cosas está pirado. Mejor haber perdido el rastro.

Al llegar a la oficina, donde no estaban ni los que entran a las 7 (si no lo cuento reviento), subo a la cafetería y... allí estaba, en el suelo. Doblado y azul. 5 euros. Qué sortudo, co.

Un día Raist madrugó, el rastro de paquetes Lucky siguió y cinco euros se encontró.

domingo, octubre 30, 2005

Fotobites VII: Beso


Los besos son pequeñas muestras de eternidad absolutamente perfectas.

viernes, octubre 28, 2005

Sueño...

Hoy tengo mucho sueño. Pero no puedo dormir y soñar... Así que sueño despierto y me voy...

A navegar por las abruptas costas de Terranova. A enfrentarme a los tigres de Bengala en Nepal. A bucear por los arrrecifes de coral de Lizard Island, en Australia. A recorrer a caballo el Serengeti. A refresacarme con el rocío de las cataratas de Iguazú. A sentarme a reflexionar en el Trono de la eterna primavera, tras adentrarme por la garganta de Taroko. A tostarme en Ipanema. A bañarme en las aguas termales de Islandia. A sentirme rico en Saint Tropez. A derretirme en las dunas de Sossusvlei en Namibia. A contemplar la aurora boreal. A que me arrastren los huskies por Laponia. A caer desde el Salto del Ángel. A vislumbrar Kuala Lumpur desde las Torres Petronas. A ver el florecer de las vygies en Namakwaland, en Suráfrica. A escuchar como se quiebra el glaciar Perito Moreno de La Patagonia. A hacer un safari a lomos de un elefante.

miércoles, octubre 26, 2005

Maneras de vivir

Si puedes estar firme cuando en tu derredor todo el mundo se ofusca y tacha tu entereza.
Si cuando dudan todos, te fías de tu valor y al mismo tiempo sabes excusar tu flaqueza.
Si sabes esperar y a tu afán poner freno, o blanco de mentiras esgrimir la verdad.
Y siendo odiado al odio no darle cabida, y no ensalzas tu juicio ni ostentas tu bondad.

Si sueñas, pero el sueño no se vuelve tu rey.
Si piensas y el pensar no mengua tus ardores.
Si el triunfo y el desastre no te imponen su ley.
Si puedes soportar que tu frase sincera sea trampa de necios en boca de malvados.
O ver destruida la obra de tu vida e, impasible, comenzar a reconstruirla con los útiles mellados.


Si puedes mantenerte en la ruda pelea, alerta el pensamiento y el músculo tirante, para emplearlos cuando todo en ti flaquea, menos la voluntad que te dice: adelante.
Si entre las turbas das a la virtud abrigo.
Si marchando con reyes mantienes triunfante tu orgullo.

Si no pueden herirte amigos ni enemigos.
Si eres bueno con todos pero no demasiado.
Y si puedes llenar los preciosos minutos con sesenta segundos de combate bravío.

A tus pies se postrarán grandes y pequeños y tuya será la tierra y todos sus codiciados frutos;
y lo que más importa, hijo mío, serás un hombre.


de R. Kipling

lunes, octubre 24, 2005

Carta de amor

Siguiendo el juego de La Poderosa

Tú eres la respuesta a todas las preguntas.

Eres la primera luz del alba y el último ruido de la noche. La lujuria del sábado, la pereza del domingo y la rutina del lunes.

Eres la alegría en cada triunfo, el ánimo en cada derrota. La fuerza para seguir luchando. El refugio para descansar. La oración de la esperanza.

Eres el espejo para verme reflejado, el maestro que me ilumina, el alumno que anhela aprender. El desafío constante, el enigma que mantiene viva mi mente. El motivo para no tener miedo a fallar.

Eres el color de los sueños, la melodía alegre que no puedo dejar de silbar, el sabor de la ilusión.

Eres mi Sera, mi Arwen, mi Ilsa, mi Lois Lane.

Eres el mapa del tesoro, la droga perfecta. El poema que quiero escribir, la fotografía que quiero encuadrar. La manzana prohibida, los diez mandamientos, la tierra prometida, el perdón de mis pecados.

Tú eres todas las mujeres del mundo. Aquello que un día soñé.

domingo, octubre 23, 2005

Evasión y descanso

Este fin de semana necesitaba un descanso. Recuperar sueño. Recobrar un poco de salud. Liberar la mente. Romper un poco.

Y me evadí a otros mundos. A momentos épicos de los que erizan la piel y levantan el ánimo. A héroes que no conocen el miedo ni el cansancio. A sabios que iluminan el camino. A pequeños que hacen cosas grandes. A reyes, guerreros y magos. A batallas que luego se cantan como leyendas. A amores, amistades y lealtades.

Y me ha venido bien. Mis vecinos igual me odian por tantas horas de subboofer y home cinema. Pero me a mí me ha sentado bien.

jueves, octubre 20, 2005

Fotobites VI: Faro


En medio de la tormenta, sé que puedo buscarlo. Y poner rumbo a los recuerdos felices.

Justicia divina

El otro día leía a un par de vosotros asegurar que la vida no era justa. Yo mantengo la inexplicable teoría de la justicia divina. O que al final cada uno tiene lo que se merece. O que el tiempo pone a cada uno en su sitio.

Estaba precisamente reflexionando sobre esto mientras comía. Aparte de eso, observaba vorazmente al personal, que es lo que hago cuando como solo en un restaurante. Y vi a una chica sentada con otras dos amigas que fumaba mientras charlaban animadamente. A pesar de tener un cenicero en la mesa tiraba la ceniza al suelo. Hizo lo propio con la colilla al terminar. Y así con otro cigarro. Y con otro.

Qué falta de respeto, no se da cuenta que alguien tendrá que limpiar eso. Y teniendo el cenicero ahí en su propia mesa...

Llevaba puesta una bufanda de esas largas, y al estar sentada, quedaba muy cerca del suelo. Se le cayó el mechero y al ir a recogerlo, se ensució la bufanda con su propia ceniza.

martes, octubre 18, 2005

Hermosa versión del Carpe Diem

Si pudiera vivir nuevamente mi vida, en la próxima intentaría cometer más errores. No intentaría ser tan perfecto. Me relajaría mucho más.

Sería más tonto de lo que he sido. De hecho, tomaría muy pocas cosas en serio. Sería menos higiénico. Correría más riesgos. Haría más viajes. Contemplaría más atardeceres. Subiría más montañas. Nadaría más ríos. Iría a más lugares donde nunca he ido. Comería más helados y menos habas. Tendría más problemas reales y menos imaginarios.

Yo fui de esas personas que vivieron sensata y prolíficamente cada minuto de su vida. Claro que, tuve momentos de alegría. Pero si pudiera volver atrás trataría de tener solamente buenos momentos. Por si no lo sabéis, de eso está hecho la vida: sólo de momentos. No te pierdas el ahora.

Yo era uno de esos que no iban a ninguna parte sin un termómetro, una bolsa de agua caliente, un paraguas y un paracaídas. Si pudiera volver a vivir, viajaría más liviano. Si pudiera volver a vivir comenzaría a andar descalzo a principios de la primavera y seguiría así hasta concluir el otoño. Y jugaría con más niños si tuviera otra vez la vida por delante.

Pero ya veis: tengo ochenta y cinco años y sé que me estoy muriendo.

Cómo escuece

Sí, me escuece y mucho.

Que no te estés responsabilizando de una basura que es tuya. Que tenga que estar dando la cara y quedando como el culo. Que mi jefa me esté echando broncas. Que me digas que estás muy liado y llegues al trabajo a las 9,30, te tomes café hasta las 10 y almuerzo de 11 a 11,30. Que te mande correos al punto de la mañana pidiendo ayuda y que ni siquiera me respondas. Me escuece que estés pasando de mí. Que me estés dejando vendido. Sin contemplaciones.

Nosotros entramos a la empresa casi a la vez. Aprendimos todo a la vez. Estábamos a medio metro de distancia durante 9 horas al día. Rajábamos de todos. Nos reíamos de todo. Hablábamos de tías. Nos comíamos los marrones a medias. Echar un cable al otro era lo prioritario siempre. Recuerdo que pringaste conmigo aquella época de fines de semana y festivos. Las hemos pasado muy putas, pero compartidas era menos putas. De compañeros pasamos a ser amigos. Buenos amigos. Viniste a mi despedida de soltero y a mi boda. Y ahora estás pasando de mí. Y eso me escuece.

No te puedes ni imaginar cómo me escuece.

viernes, octubre 14, 2005

Una historia verdadera (the Straight story)

Como de bien nacidos es ser agradecidos, antes que nada mi agradecimiento a 藤原 弓美 por descubrirme esta joya. Porque para mí eso es esta película: una joya. Preciosa. Aunque aviso que es de las que a muchos no gustará, o parecerá lenta o pesada. Yo me quedé embobado viéndola, degustándola. Aun varios días después aún me queda el buen regusto.

Una historia verdadera es el viaje de Alvin Straight. Un viaje sencillo, que te invita amablemente a reflexionar en ciertos aspectos lo que es la vida. En cómo afrontarla. En cómo aprender a valorarla en su justa medida.

Un viaje sensible, encantador. Y a cada paso del viaje, el viejo Alvin nos va atrapando. Con sus silencios, con sus acertadas frases, con su orgullo. Su culpa, su deseo del perdón, su resignación... Su capacidad de vencer con su vejez a todo lo que se cruza en su viaje.


Las preciosas imágenes de Iowa. Las felices melodías que adornan la película. Los entrañables encuentros. Los recuerdos del pasado. Todo ello se funde en una de las mejores películas que he visto últimamente.

De entre los grandes momentos que tiene, el que más me impacto fue cuando un joven arrogante le pregunta que qué es lo peor de la vejez.


(aunque he de reconocer que entre los que se la he recomendado, de momento ganan los que no les ha triunfado)

jueves, octubre 13, 2005

Gris


Hay días en que todo es gris.

Hasta el cielo.


Habrá que esperar al arco iris.

martes, octubre 11, 2005

Me hubiera gustado


Jugarla como Maradona.
Pasarla como Magic.
Encestar como Jordan.
Armar el brazo como Dushebayev.
Galopar como El Gerrouj.
Esprintar como Michael Johnson.
Volar como Bubka.
Surcar el agua como Popov.
Subir como Pantani.
Rodar como Induráin.
Pegar como Ali.
Pilotar como Senna.
Adelantar como Rossi.
Caer como Louganis.
Hacer arte como Shervo.
Restar como Agassi.
Romper el viento como Lewis.
Meterla como Nicklaus.
Hacer la carambola como O'Sullivan.
Golpearla como Bonds.
Mandar como Montana.
Pensar como Kasparov.

Ser un crack, como cualquiera de ellos. Talento puro.

lunes, octubre 10, 2005

Fotobites V: Elegancia


Si toda la elegancia del mundo se hubiera concentrado en un solo lugar, perfectamente pudiera haber sido allí.

viernes, octubre 07, 2005

El juego de Bito II

Una casualidad. Un encuentro.

Una mirada. Una sonrisa. Un guiño. Una seducción.

Un acercamiento. Un cigarro. Una palabra.

Una conspiración. Una locura. Una trampa.

Un baile. Un gemido. Un roce. Un jadeo. Una locura. Un morbo. Una tentación.

Un final. Un abrazo. Un adiós. Un vacío. Una noche.

Un depertar. Un olvido.

jueves, octubre 06, 2005

Bahía de cochinos

Mis amigos y yo acuñamos esta expresión en una de nuestras semanas locas en Benidorm. La empleábamos para referirnos al estado en que quedaba la cocina tras hacer la comida. Supongo que es bastante explicativo, ¿no?

Bien, ayer viví un nuevo episodio de Bahía de cochinos en mi propia cocina. Intenté hacer el puré a la vez que las lentejas, a la vez que las hamburguesas, mientras fregaba algunos cacharros.

Me despisté y eché las lentejas cuando el aceite del jamón frito aún estaba muy caliente y empezaron a saltar cual palomitas de maíz. El estucado de lentejas es la nueva moda. Esto me pilló mientras estaba fregando, con lo cual en la confusión lo dejé todo inundado de agua con lavavajillas. Las hamburguesas decidieron unirse a la fiesta y empezaron a escupirme aceite hirviendo. Conseguí detener el caos como pude, con un par de quemazos y lentejas explotadas adornando mi camiseta.

El pobre puré, al que apenas presté atención, se quedó hecho una maseta con la que podría hacer muñecos. O hacer una bola y matar alguien si se la tiro a la cabeza.

Teniáis razón, no llego a diciembre.

martes, octubre 04, 2005

Echo de menos

Echo de menos
la cama revuelta
ese zumo de naranja
y las revistas abiertas
En el espejo
ya no encuentro tu mirada
no hay besos en la ducha
ni pelos, ni nada
Kiko Veneno

Igual que le pasaba a Kiko Veneno, yo me encuentro echando de menos las cosas más curiosas.

Que se coma los grumos de Nesquick de mi desayuno.
Que traiga la leche después de cenar.
Que haya envases de yogur vacíos cuando me levanto.
Que ponga Coti mientras me ducho.
Que haga de almohada en el sofá cuando vemos la tele.
Que se deje alguna luz encendida.
Que se enfade si se tropieza con los zapatos que he dejado tirados.

domingo, octubre 02, 2005

Mi experiencia más ridícula

A petición de Buttercup.

Prólogo: he tenido que pensar mucho, porque no recuerdo un momento especialmente ridículo. He tenido bastantes medianamente ridículos. Relataré uno de los últimos.

Perdí mi anillo de bodas al tercer día de matrimonio. Un anillo un poco grande, un poquito de crema para el sol, la piscina y adiós. Se deslizó y se debió ir por un tragadero. A pesar de revisar los filtros cada día de las siguientes tres semanas y de que los de la empresa juraran que era un circuito cerrado y acabaría saliendo el anillo no apareció.

Ya de regreso a mi ciudad tuve que ir con cara de pardillo y sonrisa estúpida a la joyería a encargar otro. Soporté las miraditas divertidas de las dependientas, aunque me aseguraron que pasaba muchísimo.

El anillo apareció en la piscina el mismo día que yo encargaba otro así que tuve que ir a anular el encargo.

El anillo nunca llegó. Se quedaría en algún detector de metales de correos, o algún empelado sin escrúpulos lo fundiría para sacarse 40 pavos.

Así que encargué otro y durante varios meses llevé mi segundo anillo de casado, que también me venía un poco grande.

Un día tenía que ir a correos a recoger un paquete y mi compañero de curro me llevó en moto. Era una caja grande con muchos paquetitos dentro, e iba rellena con hojas revista. Al salir de la oficina de correos abrí la caja y revisé los paquetitos. Tiré a un contenedor las hojas de revista y nos piramos de allí a tomar un café.

Entramos al bar, me quitó los guantes y... ¡coño! ¡joder! ¡mi anillo! ¡no lo llevo!

Pensé que se habría quedado en el guante. No. Revisé la bolsa donde llevaba los paquetitos. No. Volvimos a correos. Por el suelo no estaba. La gente de la fila flipó cuando les pregunté si habían visto un anillo de boda. Nada. En la esquina donde habíamos abierto la caja... nada.

Volvimos al curro. Yo humillado. Llamé a mi mujer. No te lo vas a creer, pero soy tonto del culo. He perdido el anillo... bla bla bla...

Y de repente lo veo claro. Joder, el contenedor. Tuve un feeling. El puto contenedor. Salí del curro pitando. Corriendo los cinco minutos que me separaban de correos. Llego al contenedor. Lo abro. Allí estaban todas las hojas de revistas, junto a otras porquerías varias. Las muevo y toma jeroma, veo un destello de algo que cae al fondo. Se me acelera el corazón.

Sujetando la tapa empiezo a quitar hojas de revista, bolsas de basura, y varios (puaj). Y ahí está. En el fondo del contenedor, descansando sobre una capa de barrillo y yo que sé qué más. Joder. Ahí estaba el anillo.

Pero claro, es un contenedor de esos que te llegan a los sobacos, con lo cual ni de coña puedo llegar al anillo. Veo ahí al lado unos pirulos de esos de metal anclados al asfalto. Acerco el contenedor. Si me subo a él y me asomo quizá llegaré al fondo estirando el brazo.

No he comentado que eran las doce de la mañana por una calle céntrica y transitada. Pero decidí pasar de la multitud, qué remedio...

Yo me quedo bloqueado... No puedo sujetar la tapa con una mano, subirme al hierro, asomarme, estirar el cuerpo y el brazo para intentar cogerlo...

Joder, me voy a tener que meter dentro. No puede ser. Volveré por la noche. Sí, hombre, y que pase el camión. Tiene que ser ahora. Mierda.

Pero veo a un jubilado que está por ahí cerca parado. Sin hacer nada. La desesperación nos puede llevar a hacer cosas realmente increíbles.

- Hola perdone. Quería pedirle un favor.

No responde. Me mira flipado.

- En ese contenedor hay una cosa muy valiosa para mí, pero no puedo sujetar la tapa y asomarme a cogerla. Necesito que usted me sujete la tapa.


Me mira más flipado

- Yo que tú lo que haría sería abrir la tapa del todo, así no necesitas que nadie la sujete.

Joder, mira que soy imbécil a veces.

- Pues también puede estar bien. Gracias.

Eso hago. Abro la tapa. Me subo al hierro. Me asomo. No llego. Una. Dos. Tres. Hago una especie de puenting asomado al borde del contenedor. Mi mano coge el anillo.

Me piré de allí corriendo. Creo que ni cerré el contenedor.

Ahora no llevo anillo. Mejor, ¿no?